Hoy dedico una entrada muy especial a nuestros amigos de Planète Chocolat en Bruselas, que nos enseñaron esta semana un poco más sobre el fascinante mundo del chocolate y su fabricación. Era inevitable después de tantos días de vacaciones en Bélgica, un país que huele y vive el chocolate como ningún otro, querer profundizar un poquito más en su mundo dulce. Esos escaparates exquisitamente diseñados, de parada casi obligatoria, te hacen empezar a salivar con sólo mirarlos.. Tabletas de cien sabores, trufas, los famosos pralinés de Neuhaus, orangettes cubiertas de chocolate, bombones rellenos, la lista es casi interminable, y la decisión de cual escoger, difícil.
Bélgica es el país productor de chocolate por excelencia, con un consumo aproximado de 6,8 kg por habitante al año, y una producción superior a las 200.000 toneladas anuales. Si en España hay un bar en cada esquina, en Bélgica hay una tienda de chocolate cada dos puertas. Orgullosos de elaborar el chocolate de la mejor calidad, utilizando una materia prima exquisita, los maestros artesanos belgas respetan la tradición y las técnicas más artesanales en la preparación, y alardean de no adulterar sus productos con grasas vegetales distintas de las del propio cacao, tan frecuentes en otros países. Podremos comprobar el uso exclusivo de manteca propia del cacao en un chocolate belga mediante el distintivo AMBAO en los productos que adquiramos.
Callejeando por Bruselas, descubrimos Planète Chocolat, una boutique de chocolate artesano situada en la Rue de Lombard, 24, junto a la Grand Place de Bruselas. En ella se ofrece una interesante masterclass, donde nos explican como se cultiva, recolecta procesa y trabaja el chocolate, en una demostración de aproximadamente una hora, que por unos 7€ muy bien invertidos, proporciona una introducción muy completa a este apasionante mundo, hará que salgas valorando más el producto de calidad que ofrecen en Bélgica, y que tus niveles de glucosa se dispararen hasta el infinito.
Aden fue el chocolatero encargado de ilustrarnos en el proceso de fabricación y nos mostró como se trabaja el chocolate, preparando unas deliciosas lenguas de chocolate negro, y unos fabulosos bombones rellenos de praliné. En una clase muy divertida e interactiva, el público participa en la elaboración del producto mientras degusta una buena taza de chocolate caliente y los diferentes bombones que nos ofrecen continuamente durante la sesión.
Resultó muy interesante confirmar que a pesar de ser el producto que les da de comer, estos chocolateros nos advierten de la necesidad de no abusar del chocolate, de los pros y los contras de su consumo, de la necesidad de consumir un chocolate de calidad con alto porcentaje en cacao y a pesar de ser un artículo de consumo casi diario para algunos (entre las que me incluyo), su correcta preparación es mucho más compleja de lo que me imaginaba. El control de las temperaturas es tremendamente importante y su correcto enfriado es fundamental para obtener un chocolate brillante, crujiente y sin burbujas de aire.. Me causó tanto respeto que me replanteé mi capacidad de preparar bombones caseros.
Estos artesanos belgas se sienten orgullosos de lo que hacen, y lo manifiestan, y a pesar de valorar positivamente a sus colegas de otros países, no pueden evitar saberse los campeones del mundo en este arte.
Al final de la demo, Joan, a quien había tenido que obligar mediante chantaje emocional a que me acompañara a la demostración, fue el último en abandonarla, ametrallando a preguntas al pobre Aden. Antes de irnos, Aden tuvo la amabilidad de obsequiarnos con esta figura de chocolate negro, que he transportado a Mallorca como oro en paño, y tengo a buen recaudo en un recipiente hermético en mi nevera, tal y como nos aconsejó el maestro chocolatero..
Si haceis una escapada a Bruselas no dudeis en hacerles una visita. Para más info sobre horarios y reservas podeis visitar su web en http://www.planetechocolat.be/.