miércoles, 25 de junio de 2014

EL MUNDO DEL CHOCOLATE BELGA

Hoy dedico una entrada muy especial a nuestros amigos de Planète Chocolat en Bruselas, que nos enseñaron esta semana un poco más sobre el fascinante mundo del chocolate y su fabricación. Era inevitable después de tantos días de vacaciones en Bélgica, un país que huele y vive el chocolate como ningún otro, querer profundizar un poquito más en su mundo dulce. Esos escaparates exquisitamente diseñados, de parada casi obligatoria, te hacen empezar a salivar con sólo mirarlos.. Tabletas de cien sabores, trufas, los famosos pralinés de Neuhaus, orangettes cubiertas de chocolate, bombones rellenos, la lista es casi interminable, y la decisión de cual escoger, difícil. 

Bélgica es el país productor de chocolate por excelencia, con un consumo aproximado de 6,8 kg por habitante al año, y una producción superior a las 200.000 toneladas anuales. Si en España hay un bar en cada esquina, en Bélgica hay una tienda de chocolate cada dos puertas. Orgullosos de elaborar el chocolate de la mejor calidad, utilizando una materia prima exquisita, los maestros artesanos belgas respetan la tradición y las técnicas más artesanales en la preparación, y alardean de no adulterar sus productos con grasas vegetales distintas de las del propio cacao, tan frecuentes en otros países. Podremos comprobar el uso exclusivo de manteca propia del cacao en un chocolate belga mediante el distintivo AMBAO en los productos que adquiramos. 

Callejeando por Bruselas, descubrimos Planète Chocolat, una boutique de chocolate artesano situada en la Rue de Lombard, 24, junto a la Grand Place de Bruselas. En ella se ofrece una interesante masterclass, donde nos explican como se cultiva, recolecta procesa y trabaja el chocolate, en una demostración de aproximadamente una hora, que por unos 7€ muy bien invertidos, proporciona una introducción muy completa a este apasionante mundo, hará que salgas valorando más el producto de calidad que ofrecen en Bélgica, y que tus niveles de glucosa se dispararen hasta el infinito.


Aden fue el chocolatero encargado de ilustrarnos en el proceso de fabricación y nos mostró como se trabaja el chocolate, preparando unas deliciosas lenguas de chocolate negro, y unos fabulosos bombones rellenos de praliné. En una clase muy divertida e interactiva, el público participa en la elaboración del producto mientras degusta una buena taza de chocolate caliente y los diferentes bombones que nos ofrecen continuamente durante la sesión. 


Resultó muy interesante confirmar que a pesar de ser el producto que les da de comer, estos chocolateros nos advierten de la necesidad de no abusar del chocolate, de los pros y los contras de su consumo, de la necesidad de consumir un chocolate de calidad con alto porcentaje en cacao y a pesar de ser un artículo de consumo casi diario para algunos (entre las que me incluyo), su correcta preparación es mucho más compleja de lo que me imaginaba. El control de las temperaturas es tremendamente importante y su correcto enfriado es fundamental para obtener un chocolate brillante, crujiente y sin burbujas de aire.. Me causó tanto respeto que me replanteé mi capacidad de preparar bombones caseros. 

Estos artesanos belgas se sienten orgullosos de lo que hacen, y lo manifiestan, y a pesar de valorar positivamente a sus colegas de otros países, no pueden evitar saberse los campeones del mundo en este arte.

Al final de la demo, Joan, a quien había tenido que obligar mediante chantaje emocional a  que me acompañara a la demostración, fue el último en abandonarla, ametrallando a preguntas al pobre Aden. Antes de irnos, Aden tuvo la amabilidad de obsequiarnos con esta figura de chocolate negro, que he transportado a Mallorca como oro en paño, y tengo a buen recaudo en un recipiente hermético en mi nevera, tal y como nos aconsejó el maestro chocolatero..


Si haceis una escapada a Bruselas no dudeis en hacerles una visita. Para más info sobre horarios y reservas podeis visitar su web en http://www.planetechocolat.be/.










viernes, 6 de junio de 2014

BIZCOCHO DE ARANDANOS NEGROS (BLACKBERRY CAKE)


Esta semana encontré en el Lidl una oferta de arándanos negros y sin saber muy bien para que, compré dos paquetitos. Con uno de ellos hize un batido de leche de soja con arándanos que adquirió una textura muy sospechosa al poco rato, así que decidí no desperdiciar el otro y me he marcado un bizcochito de merienda muy apañado. 

Los arándanos son un fruto rico en antioxidantes y con propiedades antibacterianas, favoreciendo el funcionamiento de los riñones y tracto urinario en general. Está riquísimo en zumo, aunque te deja esa sensación áspera al final tan típica de los frutos del bosque. Si no disponemos de arándanos, que en ocasiones no son fáciles de encontrar, podemos sustituirlos por unas frambuesas, cerezas, (deshuesadas por supuesto, jjj), o incluso con trocitos de manzana. Este bizcocho no queda demasiado dulce, y se agradece el crujiente que le da la cobertura o streusel. Ideal acompañado de un té con leche. 


INGREDIENTES para 9 raciones (molde de 22 x 22) para mayores cantidades duplicar cantidad de ingredientes. 
2 huevos tamaño L a temperatura ambiente.
140 gr harina de repostería
40 ml aceite girasol
130 gr azúcar
150 gr de arándanos negros (frescos o congelados)
1/2 sobre de levadura química
75 ml leche evaporada (se puede sustituir por 1/2 yogur natural)
1 pellizco de sal
Ralladura de un limón
1 cucharada de extracto de vainilla

PARA LA COBERTURA CRUJIENTE (STREUSEL)
1 cucharada de canela
25 gr de mantequilla a temperatura ambiente
3 cucharadas soperas de azúcar
1 pellizco de nuez moscada
50 gr de harina


PREPARACIÓN
Batimos los huevos a temperatura ambiente (importante, porque si no no se montan igual), junto con el azúcar durante tres minutos con la batidora de varillas, hasta que espumen bien y doblen su volumen. Añadimos la leche evaporada o el yogur y a continuación el aceite, poco a poco mientras seguimos batiendo. Incorporamos una cucharada de extracto de vainilla y la ralladura de un limón. 

Ahora vamos a preparar los ingredientes secos. Mezclamos la harina (que habremos tamizado previamente) con medio sobre de levadura y un pellizco de sal. Lo removemos bien con un tenedor. Añadiremos los ingredientes secos al cuenco donde tenemos la mezcla de huevos y azúcar en tres veces, (véase, 1/3 de harina, batimos, 1/3 de harina, batimos y 1/3 de harina y batimos). 

Dejamos preparado también el streusel o cobertura crujiente. En un cuenco, mezclamos todos los ingredientes con las manos bien limpias. La textura que tiene que tener es como de una arena con grumitos. Podemos ir añadiendo más harina poco a poco hasta conseguir la textura deseada

Lavamos y secamos los arándanos con un papel de cocina. Si usamos arándanos congelados, los añadiremos a la masa directamente sin descongelar, porque su estructura es más débil y si los descongelamos, al incorporarlos a la masa se irán rompiendo y nos acabarán tiñendo toda la masa de color morado. Si usamos arándanos frescos, los lavamos, secamos, descartamos los que estén rotos y los ponemos en un cuenco. Espolvoreamos harina generosamente y los embadurnamos bien en ella. Esto hará que los arándanos no se vayan todos al fondo del bizcocho durante la cocción. Este sistema no es infalible, pero ayuda bastante, (dependerá del tamaño de los arándanos). 


Engrasamos un molde, yo usé uno cuadrado de 22 x 22, lo enharinamos y podemos cubrir el fondo con papel de horno para evitar que se nos pegue. Vertemos la masa, le repartimos los arándanos por encima y cubrimos con el streusel toda la superficie. 

Precalentamos el horno a 180º y horneamos entre 30 y 40 minutos. Comprobamos con la brocheta que el bizcocho esté listo. Sacamos del horno y dejamos enfriar sobre una rejilla antes de desmoldar. Una vez enfriado los cortamos en cuadraditos y ya los podemos servir.

Bon profit