Hoy os dejo una receta genial de caramelo líquido casero, que podreis utilizar para todos vuestros flanes y puddings. Admito que suelo usar bastante caramelo líquido preparado, pero ayer me di cuenta a medio preparar mi flan de turrón que me había quedado sin, así que, como no iba a tirar la mezcla me armé de valor para prepararlo a mano y sorprendentemente, gracias a una fantástica receta del blog de javirecetas, el resultado fue perfecto, no se solidifica al enfriarse y se conserva en la nevera durante semanas, así que comparto aquí con vosotros su receta y os aseguro que si la probais os costará volver al caramelo de supermercado.
INGREDIENTES
200 gramos de azúcar (de la normal)
1 vaso de agua
PREPARACIÓN
Necesitaremos dos cazos. En uno colocamos el azúcar y en el otro el agua y los ponemos a calentar. El cazo del azúcar se pone a fuego medio-bajo y dejamos que se vaya haciendo el caramelo poco a poco sin separarnos de los fogones en ningún momento, porque un minuto de despiste marcará la diferencia entre un caramelo dorado perfecto y uno quemado y amargo que no podremos utilizar. Cuando el caramelo tenga un tono dorado, bajamos el fuego al mínimo, cogemos una cucharada del agua hirviendo y la echamos sobre el caramelo (momento de precaución a las salpicaduras!!). Empezamos a remover con una cuchara. Repetimos esta operación 11 veces más, (en total 12 cucharadas de agua), removiendo tras cada cucharada de agua. Al finalizar, apagamos el fuego y esperamos que se temple el caramelo. Si viéramos que queda demasiado espeso para nuestro gusto, basta con volver a encender el fuego al mínimo y añadir un par de cucharadas más de agua, hasta que el caramelo obtenga la consistencia deseada. Siempre espesa un pelín al enfriarse, pero mejor no pasarse y que no nos quede demasiado líquido.
CONSEJOS
Muchísimo cuidado con los salpicones de caramelo caliente! Provocan unas quemaduras gravísimas, así que máxima atención al prepararlo y nada de niños en la cocina.
Para limpiar una olla con caramelo pegado, ni se os ocurra fregar la cazuela. La llenamos de agua caliente, la ponemos a hervir y veremos que el caramelo se desprende con facilidad de la olla y de los utensilios que lo tengan pegado. Repetimos la operación hasta que la olla nos quede perfecta.
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